viernes, 4 de octubre de 2013

Tres poemas y una nota de Joan Margarit


AUTOPISTA

Empieza a anochecer, y en el coche la voz
grabada de Neruda recita sus poemas.
Entre roncos camiones nuestros faros
se adentran en la lluvia. Parece que buscaran
a una niña olvidada en una tumba
y el poema que él nunca le escribió.
Ególatra y patético, mi héroe
¿llegó a sentir alguna madrugada
que amar no es escribir cantos de amor?
Pobre Neruda, pobre gran poeta
llorando bajo tierra por la niña
que le esperó en un viejo cementerio
en los campos violeta y amarillos de Holanda.
Los poemas la ocultan como a un pájaro muerto
que el viento va cubriendo de hojarasca.



PARÍS

Venía atravesando una ciudad
construida con sueños y recuerdos.
No recordaba el nombre del hotel
ni dónde estaba. Se lo hizo recordar,
desde el Jardín du Luxembourg,
el olor de una hoguera de hojarasca.
¿Cómo salvar los días consumiéndose
en el montón de hojas del pasado?
Y de pronto vio el rótulo : Hotel de L´Avenir.
Ella seguía allí esperándolo.
Y con una sonrisa le dijo : al fin has vuelto.
Lo único decente que hay en ti
nunca ha salido de esta habitación,
de aquí conmigo.



EL SOBRINO DE VAN GOGH

Es el hijo de Theo, pero ya no le queda
ninguno de los cuadros -dados o malvendidos-
del tío Vincent, tan buscados hoy.
Ha recordado el trapo de cocina
que, jugando con él, una vez le pintó.
Remueve todo, busca el girasol
que lo ha de liberar de la miseria.

No sé si lo encontró: lo que importa es saber
que entre los trapos que hay en la memoria,
entre la mala suerte y los errores,
nos queda alguna cosa de valor.
Quizá de un gran valor. Quién sabe si jamás
hemos tenido nada tan valioso.


NOTA

Autopista

Malva Marina era la hija deficiente que Neruda no volvió a ver desde que la niña tuvo dos años. Murió en 1942 a los ocho años, y está enterrada en el cementerio de Gouda, en Holanda. Cuando en las vidas de las personas sucede algo que sobrepasa a su capacidad de asimilación, algo sobre lo que no se había pensado nunca (porque se considera impensable), la primera reacción es el rechazo, la huída. Yo tuve la suerte, en una situación parecida, de no poder huir. Neruda no tuvo esa suerte. Pero pienso que un día el poeta supo que amar no consiste en recibir sino, sobre todo, en dar. No hay nada en el mundo capaz de cerrar una herida como esta: la violencia de su silencio y de sus huidas creo que así lo confirman.



Joan Margarit. Cálculo de estructuras.
VISOR LIBROS. 2005.





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